Madrugada del 5 de agosto de 1939. Una descarga atronadora retumba en el silencio del día que comienza a despuntar. Después, con una cadencia monótona, suenan los disparos secos del jefe del pelotón de fusilamiento que remata a las víctimas, una a una, con el tiro de gracia. Las presas de la prisión de Ventas, que desde hace horas esperan ese fatídico momento, cuentan en voz baja: «uno, dos, tres trece». Momentos antes, y contra el mismo paredón del camposanto madrileño, habían sido ajusticiados 43 compañeros de la Juventud Socialista Unificada (JSU).Autor: Carlos Fonseca/ Editorial:Temas de hoy
0 comentaris:
Publica un comentari a l'entrada