Mediante esta fórmula, cuya expresión práctica está por concretar, Esquerra pretende manifestar su apoyo al proyecto de Estatut que salió del Parlament el 30 de septiembre pasado y rebatir el pactado por Zapatero y Mas. La dirección no ha descartado el no ante la fuerza de las federaciones territoriales y de las juventudes del partido.
Al optar por una aparente vía intermedia, justificada artificiosamente por los "avances parciales" del nuevo Estatut, ERC hace una apuesta de consecuencias políticas, prácticamente las mismas que si pidiera el no.
Si, como es de prever, los votos nulos quedan por debajo del 16% --el porcentaje obtenido por Esquerra en las autonómicas del 2003-- esta formación deberá explicar cómo ha actuado su electorado, en el que unos sectores van a decantarse por el sí y otros por el no. Y, lo que sería más grave, puede debilitar al Govern tripartito si, como resultado de su complicada estrategia, la suma de votos negativos y nulos se acerca al número de papeletas aprobatorias.