La decisión de la ponencia del Parlamento andaluz de incluir en el preámbulo del nuevo Estatuto el concepto "realidad nacional" --y en el articulado, el término "nacionalidad histórica"-- para definir a Andalucía resta argumentos a quienes ven en el reconocimiento de la identidad de los pueblos un peligro de desmembración del Estado. Ni quienes han aprobado la fórmula --socialistas e IU-- ni, en particular, el Gobierno de Manuel Chaves son sospechosos de planteamientos nacionalistas radicales. Plasman la realidad identitaria andaluza en la estela del modelo catalán, lo que da cohesión al Estado de las autonomías consagrado por la Constitución..
Frente a la tesis virtual del PP, que aprecia en el Estatut catalán una semilla de rupturas, se impone la realidad de que será un texto de referencia para que otras comunidades subrayen la reforma de la España plural. El modelo de Estado no afecta sólo a Catalunya, Euskadi y Galicia. Alcanza a otros territorios --como Valencia o Baleares-- que nunca han cuestionado su pertenencia a España. Andalucía ya se ganó en 1980 el derecho a un mayor techo competencial, y ahora aspira al máximo. Ésa es la mejor vía para dar consistencia al nuevo sistema democrático español.
Editorial de El Periódico 19.04.06
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