¿Pero de qué placa nos estarán hablando?

Mataron los norteamericanos al cámara de Tele 5 José Couso, hace tres años. Ocurrió en Bagdad. Un tanque lanzó una ráfaga contra el hotel Palestina, sede de la mayoría de los enviados especiales a la guerra de Bush. Un vídeo grabado por la cadena de televisión France 3 desde el mismo hotel muestra cómo se movió la torreta del tanque en dirección al hotel, se levantó el cañón y esperó al menos dos minutos antes de disparar. “No fue un tiro reflejo”, manifestó el reportero francés. Alcanzaron a Couso deliberadamente.
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Entraron las tropas de EEUU en Bagdad y los soldados no fueron acogidos con alborozo y banderitas, como nos había anunciado la propaganda del trío de las Azores. Nada de lo que nos dijeron Bush, Blair y Aznar resultó cierto. La única verdad de tan siniestra historia fue que se cargaron a miles de personas inocentes. Y sembraron Bagdad de terror y de caos. En Irak, tres años más tarde, continúa la tragedia. A diario la muerte continúa su espantosa tarea.
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La Federación Internacional de Periodistas calificó la muerte de Couso de “crimen de guerra”. “No hay duda –precisó Aldan White, secretario general de la Federación- de que esos ataques tenían por objetivo los periodistas. De confirmarse, se trataría de una grave violación del derecho internacional”. La Casa Blanca, el Pentágono y el departamento de Estado se lavaron pronto las manos. Aznar no quiso importunar al amigo americano. Fue un desgraciado accidente, alegaron los señores de la guerra. Luchamos por la libertad del pueblo irakí. A veces pasan estas cosas. Lo sentimos, mascullaron los impulsores de la ocupación militar.
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En la Junta Municipal de Chamberí, el barrio madrileño donde vivía Couso, hubo unanimidad política el 5 de mayo de 2003. La propuesta del PSOE e IU de colocar una placa en homenaje a Couso fue aceptada por el PP. Pero la derecha ha incumplido el compromiso. En vano resuena la voz de la concejala socialista Carmen Sánchez Carazo y de sus colegas de IU reclamando que se ejecute el acuerdo. Transcurre inexorable el tiempo. Acabarán las numerosas obras inacabables de Madrid y la placa a Couso continuará ausente de la plaza de Olavide, donde el periodista algunas tardes jugaba con sus hijos.
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Y es que Couso, aunque muerto, se ha convertido en un testigo incómodo. El PP apostó de hoz y coz por la barbarie bélica. La cámara de Couso ya no enfoca al tanque liberador. Ahora enfoca, imperturbable, a todos los políticos españoles que apoyaron la guerra contra la voluntad de la inmensa mayoría de los ciudadanos. En Chamberí la cámara enfoca a los ediles del PP y también al alcalde Gallardón. De pronto han perdido la memoria. ¿Pero de qué placa nos estarán hablando?

Enric Sopena

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