Unas firmas inútiles

El PP entregó ayer en el Congreso más de cuatro millones de firmas pidiendo un referendo en el que todos los españoles se pronuncien sobre el nuevo Estatut. Además de estar justificadas toda clase de reservas sobre la recogida, pues no garantiza la autenticidad de esas adhesiones la petición carece de fundamento constitucional. Por un lado, porque el propio Estatut prevé un mecanismo de reforma y aprobación sin ese tipo de consulta en el resto de España; por otro, porque la iniciativa popular no está pensada para modificar leyes.
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Por si estas razones fueran pocas, están además las razones políticas. Aunque Rajoy presenta la exigencia del referendo como "una defensa de la nación española", el Estatut, como subraya Esquerra Republicana, es un texto positivo y generalizable que no rompe nada. Más bien incita a otras autonomías a seguir por la misma senda. Dicho de otra forma: tanto han cambiado las cosas desde el 31 de enero, cuando empezó la recogida de firmas, que será difícil volver a reactivar la campaña anticatalana. En cualquier caso, vale la pena recordar que el PP desoyó el masivo referendo de la calle, tangible y evaluable, para no ir a la guerra de Irak, y ahora dice hacerse eco de sus inquietudes.