Mientras en Valencia -con motivo del III Congreso Internacional de Víctimas del Terrorismo- el presidente de la Asociación de Víctimas del Terrorismo (ATV), José Alcaraz, clamaba una vez más contra el Gobierno a cuenta de la estrategia prevista para alcanzar la paz en Euskadi, Ángel Acebes, exhortaba a los militantes y simpatizantes del PP a participar, el próximo día 25, en otra manifestación de protesta por la negociación con ETA. Se celebrará en Madrid y pretende ser multitudinaria. .
Acebes afirma que no asistimos a un proceso de paz, sino a un “proceso de claudicación, de miedo y de rendición”. Ni un paso atrás. La máquina intoxicadora de la derecha no para ni un minuto. Funciona con eficacia gracias a una coordinación envidiable. Las oleadas se suceden sin pausa alguna. Cuando Alcaraz mueve ficha, poco después lo hacen Acebes y también Rajoy. O al revés. Ruge el graderío mediático y, salvo raras excepciones, pueden leerse o escucharse atronadoras acusaciones dirigidas a José Luis Rodríguez Zapatero. Compiten los columnistas y los tertulianos de la derecha entre sí a ver quién insulta con mayor contundencia al presidente.
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Les asisten con fervor altos cargos estrictamente institucionales, convertidos en talibanes de Génova. El presidente del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial, Francisco José Hernando, procura no fallarles nunca. Al igual que Enrique Múgica, el Defensor del Pueblo. ¿Del pueblo? Más bien parece que Múgica –tránsfuga de facto- sea en realidad el defensor del PP. Sus declaraciones del domingo en El Mundo las hubiera firmado Eduardo Zaplana.
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Carecen del más mínimo pudor. Ya no recuerdan siquiera –no quieren recordarlo, para ser más exactos- cuando Aznar, en medio de las posibles conversaciones de su Gobierno con ETA, repetía que el Estado de Derecho sabría ser generoso en el capítulo de los presos etarras. No les importa tanto que ETA deponga las armas como sacar a puntapiés de la Moncloa a Zapatero. Su objetivo no es acabar con ETA. Su objetivo es acabar con Zapatero. ¡Hipócritas!
Enric Sopena
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