ERC y el PP comparten recorrido

Hay un principio de la praxis de la política que determina que la demagogia termina por volverse contra quien la practica. ERC exageró tanto su rechazo al Estatuto de Cataluña que sus bases se convencieron que era la reencarnación de todos los males y han terminado por denostarlo. Ahora piden el voto negativo en un referéndum en el que quedaran retratados para la historia de Cataluña en su noviazgo con el Partido Popular.

Hay poco nuevo que se pueda decir de la inmensa responsabilidad de Esquerra Republicana de Catalunya pero si se puede hacer un vaticinio sobre su futuro electoral: sus votantes necesariamente tendrán que tener en cuenta su discrepancia profunda con los planteamientos maximalistas de su partido.

El futuro del Gobierno de la Generalitat es ya pasado. Nadie más que la ejecutiva de Carod-Rovira es responsable de haber acabado con la esperanza de renovación que significó el tripartito después de dos décadas largas de gobierno hegemónico de Jordi Pujol. Ahora la convocatoria de elecciones anticipadas es inevitable y solo un milagro determinará que el actual gobierno sea capaz de mantener la dignidad hasta el día del referéndum.

Luego Cataluña tendrá un nuevo Estatuto, salvo que sus ciudadanos, hartos de este espectáculo irresistible, terminen por reaccionar de una manera imprevista. E inmediatamente después, pese a quien le pese y suceda lo que suceda en el referéndum, tendrán que acudir a unas elecciones autonómicas para sentenciar el futuro gobierno de la Generalitat.

Al final los extremos en vez de repelerse han convergido en el rechazo a la nueva ley básica de la organización de Cataluña y los votantes de ERC y del PP se deberán preguntar que clase de dirección les lidera para terminar este recorrido en el mismo vagón.
Carlos Carnicero