Le Pen, el huevo y Acebes

El dilema del huevo y la gallina ha pasado a mejor vida. Por fin se ha aclarado. Por lo menos es lo que creen un especialista en genética llamado Brookfield, un filosofo del Kings’s College llamado Papineau y el presidente de un organismo del sector avícola británico, Charles Bourns. Todos han llegado a la conclusión que fue primero el huevo. El científico constata que es lógico pensar que el organismo que estaba dentro del huevo tenia el mismo ADN que el que luego salió siendo una gallina. Para el filosofo es un error pensar que el primer huevo de gallina salio de otra especie y mutase. El granjero dice que los huevos ya existían antes que llegase la primera gallina.
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En Francia deben hacerse una pregunta similar. ¿Qué fue antes la ultraderecha o Le Pen? La respuesta es obvia. Primero fue la ultraderecha. Los sentimientos radicales ya existían. Aunque parezca difícil pensarlo, antes de Le Pen en Francia había xenofobia y derecha extrema. El huevo ya existía y la gallina estaba por llegar. Durante años se fue sedimentando un sentimiento de culpa sobre el inmigrante como responsable de todo. De todo lo malo. En un país en decadencia, que se replegaba bajo su tormento, poco a poco se hacía hueco un líder político que rechazaba la diversidad cultural y étnica. Le Pen mejoró sus resultados electorales por dos motivos. Por la absurda dispersión de la izquierda en Francia y, sobretodo, por la explosión de crímenes que vivieron los franceses a finales de los noventa. Esos delitos que se cometían eran achacados a la inmigración. Las palabras que Le Pen pronunciaba esos días son idénticas a las de Ángel Acebes la semana pasada en el congreso de los diputados.
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Lo peor no es que Acebes cometa la imprudencia de relacionar la inmigración con la delincuencia. Lo grave y arriesgado es que, por un puro ejercicio de desgaste político al gobierno, esté jugando con fuego. Vincular esos dos conceptos aviva de forma importante el mensaje de los partidos de extrema derecha. Rescata del anonimato a personajes de cómic como Ynestrillas y les da sentido a su acción política. Ese mensaje mutará en discursos cada vez más radicales. Hasta ahora la voz de la ultraderecha quedaba para circuitos ocultos y foros reducidos. Y es que no es cierto que en un cayuco rebosante de hombres desesperados podamos detectar algún ladrón silencioso. Es malicioso decir que en una patera a la deriva puede haber un asaltador nocturno de chalets catalanes.
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En la cuerda ideológica del PP, los que tiran hacia la derecha extrema, tiran más fuerte. Primero fue la xenofobia, la ultraderecha el antisemitismo, luego la gallina. La gallina parece que se llama Acebes. Como en Francia se llamaba Le Pen.

Marc Vidal

1 comentaris:

  TAM

29 de maig, 2006 22:27

No hay que ser ingenuos, un numero creciente de delitos son cometidos por extranjeros que poco tienen que ver con el perfil del inmigrante clandestino empujado a la delincuencia por vivir en la marginalidad. En muchos casos, hablamos de extranjeros que han venido a delinquir a España ex professo (caso de las bandas de la Europa del Este). Si no se actua con contundencia entonces será inevitable que oportunistas como Acebes relacionen inmigración con delincuencia.
La seguridad ciudadana forma parte también del Estado del Bienestar y eso es algo que a la izquierda le cuesta asumir. No dejemos que la derecha se apropie del discurso de la seguridad, máxime cuando en 1996 habia mas policias y guardias civiles que en 2004 cuando dejó de gobernar el PP: